sábado, 27 de noviembre de 2010

don't

Ayer por la noche estuve viendo una peli con mi mamá. La última noche de Boris Grushenko, de Woody Allen, más o menos del 1975. No era la mejor ni de lejos, aunque las primeras que hizo son muy, muy buenas. Mamá me contó algo de Woody Allen que yo no sabía. Dirige bien, pero como actor, no sé, es bueno representando el papel de neurótico perdido, pero nada más, porque es así como él es en la realidad. Pero tiene mucha gracia, mucha.
Luego por la noche, más tarde, cuando acabó la peli, estuve leyendo un libro en el que hablaban de mis pintores favoritos. Y más exactamente, de un cuadro que me llamó mucho la atención. Se titula La venganza del donut, de un pintor francés que creo que se llama Jean No sé qué Basquiat.
Esta mañana, mi padre me trajo el desayuno a la cama a eso de las diez, y no me hizo ninguna gracia porque a parte de despertarme, cosa que nunca aguanto, no pude ver Phineas y Ferb mientras desayunaba.
Y bueno, por lo demás, no mucho. Esta mañana me dediqué a ordenar el armario de mi habitación (en realidad lo hizo mi mamá), y luego nada, creo que no hice nada más que fuese digno de mención. Como me siento igual que ayer por la tarde, probablemente lo que haré en cuanto mis padres se vayan a dar una vuelta será poner el DVD de Franz Ferdinand a tope, que es lo que siempre hago cuando estoy deprimida o impaciente.

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