miércoles, 20 de julio de 2011

Sé que todos lo estábais deseando, pero la verdad es que relatar todo lo que me pasó en Londres sería una historia muy larga y no me apetece demasiado escribirla, así que la resumiré, y he puesto fotos para que no te aburras.

El lunes de la semana pasada no, de la anterior, volví de Inglaterra. Y la verdad es que ya tenía ganas. Tanto tiempo con mi familia me estaba sacando de quicio, con lo que a mí me gusta estar dentro de quicio.
Bueno, el caso es que la cosa fue tal que así:

  • Del primer día, el del viaje, no me acuerdo de mucho, salvo de que me levanté como siempre, desayuné como siempre, vi los dibujos como siempre, y luego bla bla bla aeropuerto bla bla bla. Luego subimos al avión y tal y yo me dediqué a leer la revista del avión porque hablaba de festivales de verano y estaba muy interesante y luego no sé si me dormí o qué pero de repente habíamos llegado. Y tenía baba en la mejilla. Así que supongo que me dormí. Bueno, llegamos a Stansted y tal y fuimos a buscar la cosa de los trenes y luego nos subimos y llegamos a Liverpool Street Station y cogimos la Circle/Hammersmith & City line hasta Paddington, y luego caminamos por Craven Road hasta el número 29, y fuimos a la pequeña tienda de ultramarinos de al lado a pedir la llave porque James Innes-Smith la había dejado allí, en la tienda de la Francesa. Y cuando entramos en el apartamento, madre mía, había de todo. Encontramos un portátil en un armario de la cocina, había una Play Station y la tira de juegos, muchísimos pero que muchísimos CDs de todo, desde música clásica hasta Oasis y Yes y tal. Encima del armario de mi habitación también había una caja llena de películas, pero tropecientas había allí, y una terraza a la que nunca salí, y también estaba todo lleno de estatuas que daban escalofríos y libros y en los cajones había tarjetas de crédito y dinero -que fue directo a mi bolsillo, cómo no- y los juegos de la Play Station eran todos de pegarse y de matar e intenté poner el único juego normal que era uno de unos monos y unos plátanos pero no sabía cómo se metían los discos en el aparatito así que lo dejé. Después de cenar fuimos a dar una vuelta por el vecindario y llegamos a Hyde Park y luego nos tomamos un capuccino y pa casina.

  • El segundo día me desperté después de haber pasado la noche en vela porque dormir en la misma habitación que mi hermana es el peor castigo que cualquier persona podría ponerme, porque Luzifer se pasa la noche haciendo algo que no tiene nombre ni descripción posible, que es como 'tchp tchp hhhhh ggght chaahh grrr' y cosas muy raras y me molesta tantísimo que haga eso que me puso de muy, pero que muy mal humor. Luego desayunamos scones y cola-cao. Fuimos al Sainsbury's y entonces vi la cosa más inusual que puedas imaginar. Había un hombre de, digamos que de edad avanzada, pagando en la caja, con un loro verde en el hombro. Te lo prometo, el loro era de verdad, se movía, era color verde prado y el hombre lo llevaba en el hombro como si nada. Dicen que por Inglaterra puedes ponerte lo que quieras porque nadie se fijaría, pero eso era demasiado. Luzía y yo lo seguimos hasta WHSmith para sacarle una foto. Cuando salimos del Sainsbury's estaba lloviendo mucho, así que decidimos quedarnos en casa. Después de comer dejó de llover y fuimos a Trafalgar Square y habían montado la parafernalia esa de Harry Potter y tal y estábamos en un cruce y pasó uno de esos autobuses de turistas y un niño gritó: ¡Viva Harry Potter! y la plaza y los alrededores estaban llenísimos y fuimos a merendar a la iglesia que hay al lado, St Martin-on-the-fields, y había un ensayo de un concierto y luego bajamos a la cafetería de la cripta y yo pedí black tea y me dieron black coffee y fue todo un chasco pero me lo tomé igual. Luego vimos a Ron y a Ginny y a Hermione en la plaza pero sin más, no nos interesaba demasiado, así que fuimos a dar una vuelta por Leicester Square, pero también estaba acordonada, y acabamos en una pequeña tienda de partituras de segunda mano y me compré la sonata de Beethoven que necesitaba para este curso y me hice amiga del chico de la tienda y de la señora vieja también. Y le dije que volvería cuando me acordase de qué más tenía que tocar el año que viene. Luego anduvimos un rato más por ahí, y nos fuimos a casa.
El hombre del loro
  • El viernes desayunamos scones y cereales otra vez -los scones pronto se convirtieron en un hábito- y fuimos en autobús hasta Picadilly Circus para ir a la National Portrait Gallery, y vimos retratos de Keats y Byron y Haendel y Purcell -el resto no me interesaba demasiado- y me gustó mucho una exposición que había abajo con retratos para un concurso y eran fabulosos, y nada, me gustó mucho, lo de arriba no porque era todo clásico. Luego comimos unos bocadillos en Trafalgar Square y mi padre dijo que si queríamos ir de compras, que él se iba a dar un paseo en bicicleta. Así que nos fuimos por Regents St. y por la parte este de Oxford St. mirando tiendas y me encantó Urban Outfitters, y fue allí donde me perdí, como Amanda en Francia, y salí de la tienda, y volví a entrar y no encontraba a mi hermana, y casi me da algo, porque además la calle estaba superestrecha delante de la tienda porque estaban haciendo obras entonces había dos filas, una en cada sentido, y yo me puse en una y detrás de mí apareció un adolescente borracho -y eso que eran las cuatro de la tarde- que chocó conmigo y luego yo cambié de sentido para seguir buscando a mi hermana y el tipo me siguió y estábamos en el camino del otro sentido y empezó a decir muy alto, con un acento horrible: '¡chica, eh, chica! hooooooola, ¿estás sorda? chicaaa, holaaaa' y entonces vamos, ya me morí de miedo y casi me da un patatús y me había dejado el móvil y el iPod en casa, y volví a entrar a Urban Outfitters por si acaso y ahí estaba mi hermana, mirando unas cámaras y unas blusas tranquilamente. Luego caminamos en dirección Covent Garden, porque habíamos quedado con papá en el mercado. Y me encontré con Manuel, el sobrino de Conchita, y luego nos sentamos un rato en una plaza del Soho a descansar porque estábamos muertísimas, y luego fuimos hasta Neal St. porque nos sobraba tiempo, a Offspring, y nos compramos unos Fred Perrys encantadores, en negro y en blanco, y luego fuimos hasta donde estaba papá, en la plaza del mercado de Covent Garden, y fuimos a tomar el afternoon tea a la Patisserie Valerie, y luego Luzía se empeñó, así que fuimos a buscar un bar que andaba perdido por el Soho que estaba decorado como el Central Perk Café de Friends pero es que no lo íbamos a encontrar nunca porque luego leí que sólo había estado abierto quince días y que estaba Gunther en la barra y todo pero eso había sido hace dos años así que nada. Y con la tontería encontré un montón de tiendas vintage encantadoras por el Soho y aún me acuerdo de dónde están. Y nada, luego fuimos a HMV y compré Contra de Vampire Weekend; la NME; Colour of the trap de Miles Kane; el de The Drums que no sé cómo se llama, supongo que The Drums; uno de Mika, más que nada por la portada, que tiene muchos coloritos; y mi padre se compró una camiseta de los Strokes y no la apeó hasta que ya estaba tiesa de mierda y había que lavarla. Y nada, luego nos fuimos a casa y ya.
Una cosa muy graciosa que vi por la calle, es como cuando empieza el colegio
  • El sábado desayunamos scones o croissants, como siempre, o todo a la vez, que también es posible, y fuimos a Portobello Road al mercadillo y todo lo que hay allí. Vimos de todo. Estaba genial porque había una pared de ladrillo cubierta por vinilos, fotos de vinilos enormes de perfil todos apilados calle abajo, idea de Joe Strummer. Estuvimos mi hermana y yo buscando un maldito camafeo una eternidad, y encontramos uno más o menos bonito y más o menos asequible -todos costaban sobre £60 y ése sólo £20, lo cual era una maravilla- y Luzía eligió el mismo que yo aunque yo lo había visto primero y eso me puso del hígado y me cabreé con ella. Luego caminamos hasta el final de la calle, vimos algunas tiendas vintage, y caminamos y caminamos hasta Kensington Gardens, donde comimos un bocadillo, dimos un paseo por los jardines, y subimos a casa a dormir la siesta porque no podíamos más. Y dormí media hora y me quedó la marca de la almohada en la cara pero me sentí tan bien que uf, no había quien me despegase de ahí. Luego nos arreglamos un poco para ir al concierto de St. Martin-on-the-Fields, para el que papá había sacado entradas, y tocaron todo obras barrocas, principalmente Vivaldi, Bach, Haendel, y no me acuerdo de más. Pero nos sobró tiempo antes del concierto así que fuimos caminando hasta White Hall, y vimos al que muere en Cuatro bodas y un funeral que yo pensaba que se llamaba Anthony pero qué va, se llama Simon Callow. Y después del concierto nos fuimos a casa.

  • El domingo fuimos a Chiswick House, pero estábamos en Chiswick y no sabíamos llegar así que le preguntamos a una pareja de ancianos que tenían pinta de autóctonos pero ellos también la estaban buscando y nos acompañaron y eran encantadores, y luego vimos la casa y los jardines y eso, que eran muy bonitos, comimos al lado del estanque del jardín, y luego nos volvimos a encontrar a la pareja feliz, y estuvimos hablando y nos dijeron que eran de Dorset, de donde las carreras de piraguas o canoas o lo que sea de las olimpiadas, y nada, charlamos un poco más y luego fuimos a Chiswick Mall, que es una calle que está al lado del río, y las casas eran muy bonitas, y una señora vino y nos dijo que si queríamos ir a su fiesta, que era para sacar fondos para no sé qué de la Cruz Roja, y como el jardín era muy bonito y estaba al lado del río, pensamos '¡qué demonios!' y fuimos, y nos sentamos ahí un rato y vendían helados hechos por una señora de muchos sabores y también cupcakes y bizcochitos y también plantas y mi hermana y yo nos tomamos un trozo de bizcochito, que era de chocolate y sabía a plátano y por mí me habría quedado ahí toda la tarde porque aquello me parecía maravilloso, pero luego nos fuimos, y a la salida le pregunté que cómo había hecho el bizcocho ese, que sabía estupendamente, y luego caminamos por Chiswick Mall y luego fuimos a Richmond, tomamos té y tarta al lado del río, alquilamos unas bicicletas y fuimos a dar un paseo hasta Kew Gardens y luego volvimos, dimos una vuelta por Richmond y nos fuimos a casa.
La fiesta de la señora
  • El lunes fuimos a Hampton Court Palace y por un minuto perdimos el tren y tuvimos que esperar media hora. En el palacio había gente disfrazada y era todo muy gracioso porque el hombre que hacía de Henry VIII era igualito que Gabino de Lorenzo. Comimos en un jardín y luego vimos los jardines y el edificio, y había un laberinto enorme y luego fuimos a tomar un té por el pueblo pero eran las seis y la gente ya estaba cenando. Así que cogimos el tren y nos fuimos a casa.

  • El martes estábamos cansadísimos, así que decidimos alquilar unas bicis en Kensington Gardens y bicicleteamos por Hyde Park, St James's Park y casi hasta Trafalgar Square pero ahí había mucho tráfico así que lo dejamos. Cuando pasamos por Buckingham Palace había una recepción que luego me enteré por twitter que era la última Garden Party de la reina. Luego volvimos a Hyde Park, dejamos las bicis y comimos en un banco al lado del Serpentine. Luego fuimos a casa a por una chaqueta, que nos quedaba de camino, y anduvimos hasta Little Venice y luego por Regent's Canal al lado del zoo y luego subimos a Primrose Hill, uno de los lugares más bonitos de Londres -todos los días pensaba lo mismo de cada sitio al que íbamos-, lleno de chavales tocando la guitarra tumbados en el prado y eso. Y cuando llegamos arriba vimos un concierto de una banda que se llama The Joke and the Thief, pero que aún no he podido encontrar, no deben de ser muy conocidos. Pero tocaban genial, aunque ya estaba acabando. Además, el que cantaba se parecía un montón a Chase Matthews el de Zoey 101 y uno que pululaba por ahí, a Robbie Ray Stuart, el padre de Hannah Montana. Pero un montón. Y nada, después del concierto una chica echó a unos chicos del banco para que se sentasen los de la banda, así, con todo el morro, y se puso a grabarlos y a hacerles una entrevista. Y había por ahí unos niñinos y les dijo uno de la banda que se sentaran con ellos en el banco, y eso hicieron, entonces empezaron a preguntarles cosas a los niños mientras la chica de la entrevista se ponía de los nervios, y entonces fue cuando el niño del medio -que al parecer se llamaba Johanna- contó que él había escrito su primera canción con diez años -de donde deduzco que su edad debía de ser de unos once, porque más imposible- y que la canción trataba sobre el tiempo, y se llamaba La canción del tiempo, y cuando le dijeron que cantase soltó su famosa frase I'm embarrassed to say... y luego la chica de la entrevista les echó amablemente. Y luego nos fuimos porque ya empezaba a tirar el aire en la colina. Tomamos té con tarta de chocolate y chocolate blanco al pie de Primrose Hill y el hombre de la pastelería empezó a practicar inglés conmigo cuando fui a pagar y me contó que había estado en San Sebastián -no era el primero que me lo decía en toda la semana- y fue muy majo. Luego fuimos a dar una vuelta por el barrio y llegamos a Camden Town y luego nos fuimos a casa.
Robbie Ray y Chase Matthews
  • El miércoles fuimos a Camden Lock Market. Y otra vez pensé que era el lugar más alucinante del mundo. Era alucinante. Compré un disco de Oasis, Definitely maybe, y papá el de This is live de The Strokes. Mi hermana se compró una camiseta genial de una jirafa, pero fue un poco timo, porque le costó £15, y yo me compré un camafeo -por fin- y luego comimos allí y yo no sabía que pedir pero al final me decidí e hice un trato con el hombre del puesto de comida turca para que me cambiase la ensalada que acompañaba al falafel por arroz naranja, y aceptó. Luego seguimos dando vueltas por los puestos para que mamá y Luzifer se comprasen unas americanas de terciopelo muy a lo Prince, y luego papá me dijo que comprase algo, pero no había nada que me entusiasmase especialmente, pero se empeñó y tuvimos que recorrer todos los puestos otra vez. Al final desistió, y cogimos un autobús a King Cross porque Luzía se empeñó en ver el andén nueve y tres cuartos ése, porque sus amigas tenían fotos allí y ella también quería, que había como un carrito estrellado contra la pared. Y ocurrió como con el Central Perk Café. Después de dar muchas vueltas y encontrarlo, sólo era un puñetero decorado con un montón de japoneses alrededor. Me dieron ganas de estrellarla a ella también contra una pared. Luego volvimos a coger el autobús y nos bajamos en Baker St. para que Luzifer pudiera ir a la tienda de The Beatles, al lado del museo de Sherlock Holmes, y comprarse la maldita camiseta del Yellow submarine. La tienda era maravillosa pero un timo todo. Había teles con conciertos de The Beatles y cuando yo llegué estaban tocando I wanna hold your hand y She loves you. Pero estaba demasiado enfadada como para disfrutarlo. Luego fuimos a Piccadilly y por fin pude ir a HMV otra vez y mientras miraba los discos de la 'M' mamá me dijo que nos íbamos entonces me puse de peor humor y fuimos a la tienda de las partituras de Cecil's Court, y el chico que había no era el de siempre, pero fue aún mejor porque había uno que se parecía a Luke Pritchard y que además me sonaba de algo, no sé si de verlo por la calle o qué, pero era un soso asqueroso, y compré las suites francesas de Bach y luego caminamos hasta Covent Garden a tomar té y tarta, como siempre, en Canela's, un bar portugués, que está muy cerca de lo de Seven Dials, porque fuimos a Neal's Yard pero ya estaba todo cerrado. Y luego, no sé cómo, volvimos a Picadilly y por fin pude comprar lo que me apeteció en HMV en paz, What did you expect from the Vaccines? de The Vaccines y Making Dens de Mystery Jets. Y cuando salía de pagar encontré £1 en el suelo. Y entre los discos y eso me puse muy contenta. Y luego papá fue a comprar tickets para Mamma Mia pero no quedaban.

  • El jueves fuimos a perdernos por ahí, a Osterley Park, una casa preciosa con un lago y una pradera maravillosa. Incluso tenían una librería de segunda mano para sacar dinero para la National Trust y yo adquirí Much ado about nothing por £2 y un libro sobre Van Gogh por £1. También había una tienda donde un gentilhombre vendía los productos que cultivaba allí mismo, y compramos medio kg de tomates, con los que fui cargando a la vuelta en el metro. Íbamos a comprar huevos también, pero no llegarían vivos al apartamento. Visitamos la casa, el jardín y la pradera, y comimos en el jardín, pero lo que pasa con esos sitios tan lejanos y poco turísticos es que están llenos de viejos. Luego dimos un paseo por la pradera, me quedé un cuarto de hora mirando una ardilla. Luego volvimos a casa, pero ya era tarde para tomar té, así que fuimos a una pastelería, compramos cuatro trozos de tarta y nos los comimos en casa, con té. Luego nos adecentamos un poco y cogimos el metro hasta el Southbank Centre, donde habíamos quedado con los padrinos, a saber Chiqui, Tito y Xurxo. El lugar era una librería que había en el Royal Festival Hall, a las siete. El caso es que no encontramos la librería, y recorrimos todo el Southbank Centre y resulta que era Foyles, que estaba en el piso de abajo. Y mientras esperábamos, Luzía y yo jugamos a encontrar a Willy o Wally, pero estaba muy difícil, y por fin llegaron los padrinos, y querían ir caminando hasta el Town Hall desde allí, pero era demasiado, así que decidieron ir a un centro comercial que hay al lado de St. Paul's, para ver la vista, pasando por la Tate Modern y el Millenium Bridge, pero era una memez, y en la terraza sólo había fiestas privadas y ningún sitio para cenar, así que caminamos por Fleet St. buscando un sitio para cenar, pero hasta el Starbucks estaba cerrado, aunque el Wagamama no, pero yo ese lugar no lo pienso volver a pisar en mi vida. Luego llegamos a Covent Garden, estábamos muertísimos de cansancio, pero un montón, giramos hacia el Soho y al final acabamos en el Canela's, el de ayer, cenando una quiche lorraine a las diez y algo, y a las once pasamos por Chinatown hasta Picadilly para coger el metro y pasamos por Earlham St. y vi las tiendas maravillosas que había visto el otro día pero que no me acordaba de dónde estaban, y cuando me subí a las escaleras mecánicas por poco me desmayo del cansancio y en cuanto toqué la almohada me dormí.

  • El viernes fuimos a Richmond otra vez, a ver la Ham House, pero resulta que cerraban la casa precisamente los viernes, aun así pudimos ver los jardines, porque no era plan de dar la vuelta después de haber cogido el metro, un autobús, y haber caminado un montón. Además la tía me timó porque le pedí un family ticket y me dio cuatro adult tickets, será puta. Luego vimos los jardines y comimos y me quedé dormida en un banco. Como una hora o así. Y cuando me desperté mi familia me había abandonado. Luego, a las tres, tomamos el té con tarta y fuimos a dar un paseo por el Thames desde la Ham House hasta Twickenham o más allá y luego volvimos y aunque estábamos muertísimas llegamos hasta Richmond, o sea, dos millas más allá de la Ham House, y tardamos como cuatro horas, porque era larguísimo el trayecto, y llegamos hasta donde habíamos cogido las bicis el día anterior que habíamos ido a Richmond, y luego paseamos por el pueblo y nos fuimos en tren o en metro, no sé, y luego cenamos fish & chips pero yo pedí falafel y sabía fatal.


  • El sábado fuimos a la Red House, que está no me acuerdo dónde. En Bexleyheath o Blackheath o algo así, creo. Después de mucho preguntar para llegar, llovía a cántaros y mi paraguas de la Union Jack estaba hecho un desastre, así que esperamos bajo una parada del bus hasta que paró un poquitín y luego llegamos y una señora típica inglesa nos enseñó la casa, la primera casa construida según modelos modernos -papá me dio mucho la tabarra con eso- y lo que más gracia me hizo fue un espantapájaros que había en el jardín que se llamaba Will. Luego nada, llovía tanto que nos fuimos, y nos bajamos en Charing Cross y fuimos a la Banqueting House, lo único que queda del White Hall, pero tampoco tenía mucho que ver así que nada, fuimos a Westminster, bueno, cerca, porque no nos habíamos acercado en todas las vacaciones, y luego fuimos en metro hasta South Kensington y tomamos té y tarta y caminamos por el barrio y por Chelsea y hay unas casas preciosas y luego fuimos al supermercado y de repente vi que Elena me había llamado tropecientas veces así que la llamé y me hizo mucha ilusión hablar con ella y con Amada y con Patricia, y me dio muchísima envidia porque estaban en Londres también, que habían venido el fin de semana desde York, y estaban en el Hard Rock Café y luego iban a salir y su hotel estaba en Picadilly y mientras tanto yo estaba en el Sainsbury buscando alguna mierda para cenar y casi me muero pero no. Les dije que vinieran al apartamento, que total estaba ahí al lado de Hyde Park si querían cenar y además luego mis padres iban a ir al pub a tomar unas cervezas y así podríamos dar un paseo pero no. Así que me fui a dormir llena de pesadumbre o como se diga.

  • El domingo me desperté y papá me dijo que si quería ver a Elena y a Amada y a Patricia, así que papá hizo un pacto conmigo y como ellas iban a ir a Camden y nosotros a Hampstead, que quedaba todo en la Northern Line, me dejó quedar con ellas a las once y media en la estación de Camden y a las tres venía a buscarme, y por fin vi a Elena y a Amada y a Patricia y también estaba Andrea y Candela y luego me encontré con Chechi y Carmen y Andrés, que se acordaba de mi braquini, y a todo el mundo y me hizo mucha ilusión, pero eso fue después, porque primero fuimos a ver Camden, pero ellas no sabían lo del Camden Lock Market, así que las llevé, y nada, vimos los puestos y la tienda fabulosa esa que se llama Funky no sé qué pero resulta que a las doce y media se tenían que ir al Museo de Historia Natural, y Roge me dijo que podía colarme y papá que fuera, pero no era plan y además yo quería ir a Hampstead también, así que a las doce y media pasadas me despedí de todo el mundo y cogí el metro hasta Hampstead, y fui a la 2 Willow Road, que era otra casa interesante, y era preciosa, me encantó, había sido construida en los años '30 y todos los cachivaches eran maravillosos y preciosos y me gustó muchísimo la casa y todo. Después estaba lloviendo, así que no pudimos sentarnos en el parque a comer y tuvimos que hacerlo bajo el techo de la estación del Overground de Hampstead, y al lado había un puesto de fruta y un chico puso el disco de Vampire Weekend Contra. Luego fuimos a un café y nos tomamos unos capuccinos y luego fuimos a la casa de Keats, y cuando llegamos había en el jardín una obra de teatro en la que salían John Keats, Percy Shelley, Byron, Mary Shelley, Charles Brown, Fanny Brawne, y luego no sé a qué cuento salía Edgar Allan Poe -la mayoría estaba en inglés antiguo y no entendí ni patata- y era genial verlos actuar y recitar y cantar y el que hacía de Byron se parecía a Finca y también había una mujer tocando el violoncello y nada, ahí estuvimos viéndolos un rato y luego fuimos a ver la casa, cuando acabó la obra, que fue maravillosa, y después fuimos a tomar té al mismo sitio que habíamos ido hace ocho años, la primera vez que fuimos a Londres, cuando Luzifer y yo éramos unas renacuajas, pero yo me acuerdo del sitio y me acuerdo de que tomamos tarta de chocolate, pero cuando llegamos ya estaban cerrando, así que fuimos a otro sitio y tomamos el último afternoon tea y la última tarta, de chocolate, por supuesto, y luego paseamos por Hampstead, y luego nos fuimos a casa a hacer las maletas y a dormir.
The Romantics
  • Y el lunes nos fuimos. Y descubrí que mientras hacíamos las maletas mamá metió por error el disco de James Innes-Smith Definitely Maybe en la caja de mi disco y ahora tengo dos.

viernes, 1 de julio de 2011

Gandioso

Estuve en Gandía de domingo a viernes. Lo cierto es que, aunque fui un poco escéptica al respecto y estaba convencida de que no saldría nada bueno de aquella experiencia, fue genial. Una larga, larga historia con la que darle la tabarra a mis nietos como mi abuela hace conmigo.
  • Domingo. Me levanté a las 4:44 de la mañana, exactamente, con la maleta casi preparada y tal. Me arreglé un poquitín y a las 5:30 me subo al coche. Y en ese momento me doy cuenta de que no llevo la autorización de mis padres, ni siquiera la había imprimido. Mi padre, cómo no, se puso de mal humor, y tuvimos que encender el ordenador corriendo, imprimirla y tal. Muy rápido. Así que al final salimos a las 5:45, más o menos. Llegamos al aeropuerto a las 6:20, y esperamos a que llegasen los demás. Vinieron Ángel, Carmen, Alma y Pepelu. Resulta que Magda no viene, porque estaba enferma. Creo que ya sabes cuál es mi opinión al respecto, pero voy a ser sutil. Me dio mucha pena. Bueno, total, que embarcamos, los papás estaban todo el rato: 'acuérdate de tal y de cual, llámame cuando llegues' y bla bla bla. Despegamos, y nada, todo muy tranquilo, me marginaron en otra fila de asientos pero sobreviví, estuve mirando la revista de Iberia, que había un artículo sobre festivales del verano, y con un rotu de colores corregí Fuzzy White Casters, que estaba mal escrito. Aterrizamos en Barajas, y fuimos corriendo corriendo por toda la T4 a buscar la puerta de embarque del siguiente vuelo porque el tiempo que había era muy pequeño. Al final nos sobró la tira, así que desayunamos nuestro sandwich, manzana o lo que fuera. Embarcamos again, y nos metieron en un cacharro enano de cuatro asientos por fila y motores en la cola que parecía de juguete. Daba cosa, pero bien. Me pasé el vuelo viciando al Guitar Hero. Desde el aire vimos Valencia y el Palau de las Artes y las Ciencias, no muy importante de no ser que es allí donde tiene lugar el MTV Winter. Aterrizamos en Valencia y nos pusimos a buscar el autobús para Gandía. Ahí hubo mucho despiste, pero al final parecía, y sólo parecía, que lo habíamos encontrado. Le preguntamos a un autobusero que había en la supuesta parada y nos dijo que nos llevaba él, y empezamos a hablar de Asturias, del tiempo, y tal. Nos subimos, y éramos los únicos en el autobús, y resulta que coge y nos lleva a la estación de autobuses de Valencia, nos suelta ahí y nos dice que busquemos el autobús que nos lleva a Gandía, que andaba por ahí. Supuestamente el viaje era directo, pero bueno. Encontramos el siguiente autobús, con un autobusero muy parecido al del viaje anterior, y vamos. Llegamos a la estación de Gandía con un calor horrible, y nos ponemos a buscar el camino hacia el hotel. Y llegamos. Y había un par de monitores y esperamos a que nos dieran nuestra habitación. También había un par de chicas por ahí, Haya y Raquel. Comimos una ensalada y pollo y hale, luego no me acuerdo de lo que hicimos, supongo que desempaquetar las cosas y tal. Luego fue llegando el resto de la gente, y a las seis nos fuimos al campus de la universidad a que nos dieran la bienvenida y etc. Entonces fue cuando conocí a Pau. Le gustaba el indie y tal, así que bien, muy bien. Pero no sabía lo que iba a llegar después. Nos repartieron los grupos de tal, a mí me había tocado ser Gauss, y también había Euler, Pitágoras, y Ruffini -de esos no se sabía nada nunca. Muy friki todo. Después de la conferencia esa, estuvimos un rato charlando fuera y luego volvimos al hotel, creo. La que compartía habitación conmigo tenía una gemela, y me dijo que ella y su gemela se iban a dormir a una habitación con otras tres, así que me dejó el cuarto para mí sola, lo cual me vino genial, porque era justo lo que quería. Cenamos -lo mejor es que había buffet libre- y fuimos al sótano a jugar a míticos juegos de presentación y tal, y luego nos fuimos a la habitación de Ángel, que era de cuatro, enorme, y vinieron todos también, y estuvimos haciendo el chorras hasta que llegó el monitor de mi grupo y nos echó. Entonces me fui a mi habitación y estaba superperdida porque cada uno estaba en un sitio y no me sabía los números de las habitaciones de los demás, y mi teléfono no funcionaba y me puse a ver la tele. Y luego no sé quién vino a rescatarme y luego no me acuerdo muy bien de lo que hicimos, creo que fuimos a la 107, la de Carmen y Cristina. O igual no, no me acuerdo muy bien, creo que vagabundeamos por ahí de habitación en habitación, y luego, al final, nos fuimos a dormir y nada, eso. Carmen vino a mi habitación y le estuve comentando qué chicos monos había encontrado, entre los cuales figuraba JB, el más importante, sin duda.

  • Lunes. Me desperté muy, pero que muy desorientada, como siempre en realidad, y menos mal que estaba ahí Carmen, porque así me centré un poco. Me preparé en un poquitín y a las 9:00 bajé a desayunar. Por la mañana fuimos a nuestro primer taller, fractales. Habíamos estado cachondeándonos de los fractales todo el viaje, porque desde que Piñi -nombre cariñoso para La Piñuda, aportación de Ángel- habló de ellos, ése fue el tema más sonado del campamento. El taller estaba genial, al principio hubo que pensar pero luego ya no. En el almuerzo -o lo que los valencianos llaman 'almuerzo', que en realidad es el 'pincho'- bebí zumo que parecía tener somnífero, porque en la siguiente hora y media de taller me casi dormí, hasta el final en el que pusieron este vídeo:


  • Seré una friki pero este vídeo es la leche, me encanta. Va sobre Benoît Mandelbrot, un tipo que hizo algo importante referente a los fractales, pero la verdad es que no me acuerdo de qué, ah, sí, algo sobre el fractal ése de la calabaza con verrugas. La canción mola muchísimo. Y lo más alucinante es que he encontrado la letra de la canción. En serio, mírala, mola mucho. Bueno, después de los talleres salimos del sitio con aire acondicionado y caminamos por las tortuosas y calurosas calles de Gandía pueblo para asarnos de calor y volver al hotel a comer. Después hubo tiempo libre, hasta que tuvimos que volver a salir para ir a visitar la ciudad y el Palau Ducal dels Borja y eso. Y en todas partes veíamos fractales, muy alucinante. El Palau ése estaba bien y tal, y luego nos dejaron tiempo libre para ir a dar una vuelta por Gandía pueblo. Lo cierto es que sólo había una calle o dos decentes, y dimos una vuelta, tomamos un refresco y tal y fuimos a un puente que se movía pero daba cosa así que dimos la vuelta. Luego volvimos al hotel, cenamos, jugamos mucho a las cartas y eso -no me acuerdo bien de lo que hicimos pero supongo que eso porque es lo más probable- y por la noche nos pusieron una peli sobre mates que elegimos nosotros. Lo más alucinante es que entre las opciones, como Una mente maravillosa y El indomable Will Hunting estaba Chicas malas. Eso fue matador. Al final, por mayoría aplastante, salió Los crímenes de Oxford. Esa película me gustó un montón, me tuvo toda la noche en tensión, abrumador. Luego, por la noche, la gente vino a mi habitación, porque era entera para mí y porque tenía acceso a la terraza. Estuvimos charlando y tal, pero al final la gente se fue a dormir y quedamos sólo Pau, David, ¿Dionisio? -creo que era él- y Alfonso. La cosa no estaba nada animada, estuvimos un rato jugando al cuadrado -ganamos Alfonso y yo siempre- y luego dije que si jugábamos a algo más interesante, pero en vez de eso, se pusieron a dibujar triángulos y rayas y puntos y cosas en un papel, así que a mí me entró el sueño, y cuando eso ocurre, digo cosas incongruentes que no recuerdo, y al parecer, eché a los pobres de la habitación, así que se fueron y yo me quedé dormidísima -no recuerdo nada desde que empezaron a hablar de la conjetura de Goldbach.

  • Martes. Me desperté en un mar de baba con la ropa normal puesta, completamente despistada, como cada vez que me despierto, y asustada porque pensé que era tarde y llegaba tarde a desayunar, pero qué va. Desayunamos y tal y fuimos al campus al siguiente taller. A Gauss nos tocaba el de papiroflexia. Casi me quedo dormida con la presentación, pero luego empezamos a hacer florecitas y estrellas muy chulas con papeles de colores y ya me desperté. En el recreo me abstuve de beber zumo, no fuese a ser que tuviese somnífero otra vez, y fui a preguntarle al profe de la papiroflexia que qué figura íbamos a hacer luego. Y nos tuvo a Alfonso y a mí un cuarto de hora de nuestro preciado recreo hablándonos sobre no sé qué -no escuché nada, sólo asentía- de papiroflexia y bla bla bla y que si los colegios y las matemáticas y los poliedros y tal. Al final nos soltó, y seguimos haciendo el rombododecaedro con papeles de colores. Llevaba doce módulos. Fue una tortura. En cuanto lo acabé -en una hora y algo- salimos y estuve jugando con él como si fuese un balón, y cómo no, se me deshizo, porque no lleva pegamento. Fuimos caminando y me encontré con el Peggy Sue's, pero estaba cerrado, o sea, no porque no era el horario ni nada, si no cerrado para siempre. Qué mal. Comimos y eso y luego alguna gente se fue a echarse la siesta, y yo debería haberlo hecho, pero no, y al final no sirvió para nada no dormir, y perdí dos horas a lo tonto. Además el pesao de Pau estaba dando la tabarra con lo de las canciones del Furor de por la noche así que era un rollo. Fuimos a la habitación de Carmen y estuvimos unos cuantos jugando tranquilamente al culo -no estaba Buff, así que bien- mientras veíamos Bones, y casualmente estábamos todos en silencio, pensando en qué cartas echar, cuando de repente oímos que Ángela le dice a no sé quién que le va a regalar a Brennan una fotografía fractal de un hongo o no sé qué, y más tarde estaban todos abriendo los regalos, se la da, y luego otro le dio a otro un pájaro de papiroflexia. Muy asustante. Luego bajamos y fuimos a una conferencia sobre la carrera de las Matemáticas y qué salidas tenía y cuánto trabajo había y tal. Como a mí no me va lo de estudiar eso, me dediqué a actualizar mi agenda, que hacía que no escribía en ella una semana y algo. Cuando acabé ya empecé a escuchar pero era un poco rollo y una sobrada enorme a la vez, así que me entró mucho sueño, pero no me dormí. Y al final de la charla, el que la dio, Rafa, el director del campus, nos dijo dónde había comprado sus camisetas, que eran todas de matemáticas, como una que tenía que era el número pi hecho de todos los números -bueno, todos no, que son infinitos- que lo forman. Entonces no sé qué dijo de que iba a ir a su habitación a cambiarse de camiseta y que no se la robásemos y dije yo en plan de coña: '¿y dónde exactamente la vas a dejar?' y me dice, con mirada picarona: 'hace mucho que no le digo esto a nadie, pero en la habitación 406, pequeña' y yo me quedé alucinando y me dio mucho miedo y él en plan: jejejeje. Cuando por fin acabó, fuimos a un concierto de un quinteto de viento de la Universitat de València, en el Palau éste de siempre. Resulta que nos reservaron sitios a los del campus, junto con los jubilados. Nos sentamos y nos dedicamos a hacer papiroflexia con el programa. Luego salieron los chicos que tocaban, se pusieron a preparar sus partituras y tal, las posaron en el atril, y salieron volando. Las sujetaron con pinzas, y salieron volando otra vez. Al final los pobres decidieron empezar igualmente, y en cuanto empezaron a tocar, las partituras volaron y se cayeron por el escenario y los pobres músicos tenían que pararse a recogerlas mientras los demás seguían tocando. Fue un poco caótico pero la gente los aplaudió mucho igual. No recuerdo bien lo que tocaron porque yo no tenía programa, pero sé que sonó Sevilla, Granada y Asturias de Albéniz y unas obras de un tipo que no tenía más de 30 años, que todavía vivía, según las fechas que ponía el papel y que sonaban muy parecidas a la música de Kill Bill. Mientras empezaba el concierto y no, estuvimos jugando al pinpón y escuchando a unas señoras inglesas que teníamos detrás. Cuando acabó el concierto, apareció una señora detrás de mí, rubia y con ojos azules, y yo pensé: 'meca, una de las inglesas' y me preguntó que qué hacíamos ahí, que de dónde veníamos, que tal y cual. Y yo pensé: 'muy bien, habla español, pero supongo que no muy bien, así que le voy a contestar muy despacio'. Y empecé a decirle, como si la pobre señora fuese retrasada, que estábamos allí para aprender y tal en un campamento de matemáticas, todo despacísimo, silabeando y todo, y debió de pensar que era idiota o algo, y luego se fue y me di cuenta de que no era una de las inglesas y que la había cagado pero bien. Bueno, total, que volvimos al hotel, y eso, cenamos, como siempre, y faltaba agua, como siempre, y luego bajamos al sótano para hacer lo de Furor, lo de chicos contra chicas. Y obviamente ganamos las chicas, porque el Singstar era siempre bueno con nosotros, y porque teníamos muchos más puntos, y bueno, en las preguntas de matemáticas igual no nos lucimos tanto -los chicos son todos una panda de frikis- pero aún así ganamos, lo de mímica y tarareo también, así que chachi. Y yo canté la de Beautiful Day de U2 junto con Hayat y he de decir que nos salió muy bien, además así determinó el Singstar. Y bueno, luego seguimos jugando al Singstar, pero nos fuimos a 'dormir' y tal, a la habitación de Carmen, y allí estábamos todos, y nos pusimos a jugar al Psicólogo, y madre de deu, qué risa, salió Alejandro, que era el único que no sabía jugar, y estuvo una hora para medio adivinar qué enfermedad teníamos todos, que era que cada uno era el de su derecha, pero madre, se cebaron con él de lo lindo. Y yo aproveché para fastidiar a Ángel y a Alfonso pero al final fueron ellos los que me fastidiaron a mí. Entonces luego decidimos jugar al Psicólogo 2 y nos obligaron a Ángel y a mí a salir y entonces yo me mosqueé muchísimo porque no me enteraba de qué era lo que pasaba y pensé que era que si la pregunta empezaba con un pronombre era que no y si empezaba con otra cosa era que sí pero luego vi que no era eso, pero no sé cómo me di cuenta, algo pregunté sobre queso de cabrales y dijo una: 'queso de cabrales sí, queso de cabra no' o al revés, entonces me di cuenta, no sé cómo, de que si acababa en vocal era una cosa y en consonante otra, y sí, era eso. No andaba muy desencaminada con lo de los pronombres. Luego íbamos a jugar a más cosas pero al final lo dejamos y si no recuerdo mal, estuvimos haciendo el chorras, y luego por el balcón entraron los de al lado y la de dios y luego armamos tanto escándalo que alguien tocó a la puerta, y estábamos todos dentro así que sólo cabía la posibilidad de que fuera un monitor, y todos corrimos y nos escondimos, y yo me escondí detrás de la pirámide del Louvre que había en el patio, con Ángel y otro que no me acuerdo de quién era, igual era ése de Córdoba, no sé, ni idea, pero luego el monitor se fue, volvimos a entrar, y volvió a pasar lo mismo, y yo me escondí debajo de la cama, pero vi que la gente seguía hablando y caminando y pensé: 'na, si no hay nadie aquí eh' y salí, lo cual fue un error, porque estaba reptando para salir de la cama y me encontré con la chancla del monitor, y lo único que se me ocurrió decir era que estaba durmiendo allí debajo pero que me entró claustrofobia y tuve que salir. Total, que me fui a mi habitación, me encontré con una durmiendo en el sofá del pasillo, y luego salté por el balcón y volví a la habitación, pero al final nos fuimos todos y Carmen vino a dormir a mi habitación.

  • Miércoles. Cuando me desperté empecé a soltar cosas incongruentes, como siempre, de las que ya no me acuerdo, algo sobre el despertador, que si había sonado, y que dónde estábamos y tal. Se me va mucho la pinza. Luego bajamos a desayunar, y nada, como siempre, y luego fuimos al penúltimo taller. Tocaba criptografía, con el señor ése tan raro. Al principio casi me quedo dormida detrás de la pantalla del ordenador, pero luego pensé que pobre hombre, e intenté atender. Además el señor puso unos vídeos graciosísimos, y muy, pero que muy frikis, como éste:


  • y después del recreo, la siguiente hora y media, estuve casi atendiendo, bueno, mirando mi twitter y algo que me había contado Charles pero que no había tenido tiempo de mirar, eso de lomografía, algo desconocido para mí. Pero lo cierto es que me gustó mucho, así que en cuanto volví al hotel cogí la cámara que no había sacado de la maleta en todo el viaje, y aunque es una patata de cámara, pues a partir de entonces la llevé siempre conmigo. Volvimos al hotel, comimos, y luego aproveché para echar la siesta y no estar cansada para por la noche, porque además luego íbamos a ir a la playa. Los monitores dijeron que había que estar allí a las 15:45, pero yo pensé que era a las 16:45, y dije: 'coño, una hora y pico para dormir, la leche' y subí, puse el despertador para las cinco menos veinte, me cambié la parte de arriba del bikini, pero la otra dije: 'bueno, ya me la cambio cuando me despierte, que me da tiempo' y me eché a dormir. Soy idiota. ¿Por qué? Porque me confundí de hora, y a las cuatro me sonó el teléfono, y alguien con acento andaluz, que yo pensé que era Alfonso, me dice, todo tranquilo: '¿no vienes a la playa?' y yo le contesté: 'claro' y me dice: '¿entonces qué haces que no estás en el autobús?' y entonces me di cuenta de todo, al mismo tiempo en el que alguien llamó a la puerta, era Carmen, así que cogí lo imprescindible, o sea, la toalla y el bolso, y me fui corriendo porque llegaba veinte minutos tarde. Y cuando llegué al autobús me acordé de todo lo que se me había olvidado. Entonces, una vez en la playa, decidí meterme sólo hasta la rodilla, con los pantalones cortos puestos, pero luego me apeteció tanto meterme que pensé: 'a la mierda, con ropa o sin ropa' y me iba a meter pero poco después pusieron la bandera roja porque había mucha resaca así que mejor que no me hubiese bañado porque no había servido para nada. Así es que estuvimos jugando al cuadrado un rato -Alfonso y yo ganamos siempre- y luego fuimos él y yo a ver qué hacían Pau y David y estos, y era increíble, pero estaban hablando de mates incluso en la playa. Alucinante. La gente estaba tomando el sol o bañándose en la orilla o jugando al vóley playa y estos tíos hablando de matemáticas y de teoremas y de conjeturas. Luego fuimos a dar un paseo por el paseo, valga la redundancia, y fuimos a alguna tienda de recuerdos y tal, y me compré un helado de mango pero yo lo quería de cucurucho y la chica me lo dio de tarrina, y en una tienda había una especie de bolas raras pegajosas y asquerosas y me daban mucho repelús verlas, e incluso no permitía a nadie que las hubiera tocado acercarse a mí, pero Alfonso encontró ahí una buena oportunidad para tocarme las narices. Luego estábamos en un sitio y de repente vemos que a Pablo lo agarra un señor por detrás, le tapa los ojos y se lo lleva, y yo como: '¡meca, que lo secuestran!' pero no, eran sus padres, que estaban allí de vacaciones. También queríamos comprar 'chuches' pero nadie quería así que al final nos aguantamos, aunque sabíamos que sin 'chuches' iba a ser imposible aguantar a Pau. Luego volvimos al hotel y cenamos y tal y luego bajamos al sótano, porque era el último día, y nos sentamos todos y nos dieron unos diplomas y tal y había que darle dos besos al director, Rafa, y a mí me cogió de la cintura y me los dio muy efusivamente, tanto que parecía que me iba a golpear la cara, y nos tenían que sacar una foto y yo pensaba que el que la sacaba era uno pero resulta que no y yo me quedé mirando a ése como si me estuviese sacando una foto pero no era él, si no uno que estaba bastante a su derecha, así que salí mirando para otro lado. Luego entregaron diplomas a los monitores, y cuando Rafa le entregó el suyo a Elena, la de fractales, ¡le dio un beso en los morros! ¿Cómo se atreve? ¡Es mi novio! Bueno, después de eso, nos dijeron que subiésemos a dejar los diplomas y eso a la habitación, momento que aprovecharon para quitar todas las sillas y poner vasos y comida y tal en una mesa, apagar las luces y poner música. Y montaron ahí una 'fiesta' y ahí estuvimos pidiendo música y tal que apuntaban en una lista y luego ponían, y también estuvimos un rato pequeño con el Singstar, pero luego ya no, y la gente se fue yendo pero nosotros no queríamos dormir porque era la última noche y bueno, había que pasarlo bien, y si no dormíamos lo íbamos a sentir menos, junto con una taza de café por la mañana, así que nos quedamos ahí hasta las cinco y media de la mañana, y dos pobres monitores nos estuvieron haciendo compañía. Yo, al principio, estaba ralladísima, porque no me hacía gracia lo que estaba viendo, o sea, es que había una niñata que no dejaba de perseguir a JB y eso me estaba poniendo del hígado, pero luego me relajé, aunque seguía del hígado, y cuando pusieron canciones como It's my life, Are you gonna be my girl y tal me hinché a saltar y a berrear y estaba tan cansada que me relajé mucho, me tiré sobre una silla y me calmé. Luego la niñata se fue a dormir, cosa que me sorprendió mucho, así que bien. Y allí estuvimos hasta las cinco y media o así, cuando los monitores nos dijeron que nos fuésemos a freír. Y entonces subimos a la habitación de Alma, y allí estuvimos un rato, pero había demasiada gente y eso me puso muy del hígado otra vez, así que me tumbé, y casi me quedo dormida, entonces cogí el iPod y le dije a Cristina: 'despiértame en una hora, que voy a dormir la siesta, luego estoy un poco despierta y luego vuelvo a dormir otra vez' y me dice que para qué hago eso, que es mejor dormir de un tirón, y entonces me cabreé subconscientemente y le dije que a ella que qué más le daba, que así descansaba pero no dormía, y que me dejase en paz porque me iba a enroscar como un caracol y a dormir. Y dicho esto, me quedé frita. Más tarde me desperté y decidimos irnos a otra habitación porque la gente de ésa quería dormir. Así que nos mudamos a la de Carmen, y por el camino Pablo de repente se asustó así, sin más, y nos asustamos todos a la vez, y fue muy raro. Entonces estuvimos ahí en la habitación de Carmen intentando no dormirnos, pusimos la tele pero había conciertos de música clásica en todas las cadenas, y eso da más sueño aún, así que nos tumbamos ahí y poco a poco nos fuimos quedando dormidos, y yo sólo oía partes de conversaciones, y a veces decía mis usuales incongruencias, y lo que recuerdo fue hablar de enroscarse como un caracol, de la babosa, de Carmen imitando a La Gato y a La Piñuda, de los Alejandro, Alejandra, Alesandro y Alesandra que había en el pueblo de uno, de la temperatura que había en Oviedo al día siguiente, de Carmen cuando se enfadó tanto porque la gente no cerraba el balcón y le entraba frío, y de eso se quejó como cinco veces, pero bueno, entonces ya era muy por la mañana, y también recuerdo que de repente me desperté porque Alfonso me roncó en la cara y Carmen me iba empujando más y más con el codo, y luego nos acabamos quedando fritos casi todos, bueno, hubo gente que resistió, pero no sé cómo lo hizo, la verdad. A las ocho y algo nos despertamos y la maleta estaba sin hacer.

  • Jueves. Me volví a mi habitación a prepararme, a recoger mis cosas, a hacer la maleta, etc. Casi me muero de sueño. Lo recogí todo, bajé la maleta, desayuné, y nos fuimos a nuestro último taller, Matemáticas y cine, y estuvo muy bien, aunque como había que apagar las luces y tal, me quedé dormida como diez veces, y no exagero, me apoyé sobre la mesa y cerré los ojos y me desperté cuando para mí ya había pasado una eternidad, y luego me dormí con la cabeza recta y de todo, porque aunque había trozos de Futurama que eran entretenidos, luego había preguntas sobre cultura general y matemáticas, y ahí si que ya no pude más. Y lo más gracioso es que yo estaba en segunda fila, éramos catorce, y no me dijo nada, y a uno que estaba al fondo del todo lo riñó. Luego en el recreo fuimos a imprimir nuestras tarjetas de embarque y había para comer horchata con esos palitos de bizcochito que no sé cómo se llaman pero que se toman con la horchata. Después del resto del taller de Matemáticas y cine -o Cine y matemáticas, da lo mismo-, en el que estuvimos viendo los acertijos de la tercera parte de La jungla de cristal, con lo de Saint Ives y las garrafas de agua -uno lo acerté yo y estoy muy orgullosa de ello-, fuimos a comer otra vez. Era nuestro último momento juntos, así que aprovechamos para quejarnos de la falta de agua y llenar una botella de vinagre y ponérsela a los monitores -fue idea de Pau, a mí no me gusta malgastar el agua, y además, como fue idea suya, sistemáticamente yo estaba en desacuerdo. Ay, pobre, igual lo masacré demasiado. Bueno, el caso es que comimos y tal, y luego nos sentamos todos fuera y nos fuimos yendo poco a poco, y vimos a los padres de Calcetines, que son iguales que él, y todo eso, hasta que a las tres menos algo fuimos caminando a la estación de autobuses de Gandía, tirando de nuestras maletas bajo el sol abrasador. Al final llegamos y nos encontramos con el segundo autobusero de la ida, y le preguntamos y repreguntamos que si su autobús nos iba a llevar al aeropuerto de Valencia, y nos juró y perjuró que sí. Total, que nos subimos, y todo muy bien -sobando- hasta que me despierto preocupadísima por si ya habíamos llegado y no nos habíamos bajado del autobús a tiempo -yo y mis paranoias somnolientas- pero luego nos metimos en Valencia y nos dejó en la estación, esa que está al lado del Corte Inglés. Y ahí nos dejó, y nos dijo que esperásemos ahí, que en media hora -a las seis- llegaría otro autobús que nos llevaría al aeropuerto. Y teníamos que embarcar a las seis y media. Total, que estuvimos ahí esperando, fuimos a preguntar a ver cuándo salía, porque en la pantalla no decía nada, nadie nos podía aclarar lo que pasaba, el autobús no llegaba y eran más de las seis, y había otra señora con el mismo problema, pero su avión no salía en una hora, con lo cual estaba más tranquila. Al final vimos que ahí, nada de nada, y a las seis y cuarto, con el tiempo justo, cogimos un taxi para el aeropuerto, y de paso aprovechamos para ver la ciudad, que es muy bonita. El taxista iba a mil por hora en una avenida de cuatro carriles por sentido, y a mí me estaba poniendo muy nerviosa, porque me daba la sensación de que nos íbamos a chocar enseguida, pero claro, es que estoy acostumbrada a las velocidades a las que va mi madre, que nunca sobrepasan los 50km/h. Al final, llegamos sanos y salvos al aeropuerto, y corrimos corrimos al control porque llegábamos un pelín tarde. Entonces me pongo a buscar mi DNI, y no lo encuentro. Y me entró el pánico. Y revolví toda la maleta ahí delante de todo el mundo, y seguía sin encontrarlo. Carmen y Alma pasaron el control, pero Ángel se quedó conmigo, y fuimos a la policía, y por ellos podríamos pasar, pero el problema era si la compañía nos dejaba, y yo muerta de nervios, haciendo cola para pasar el control, y el vuelo salía a las 19:05 y eran las 19:01, y la cola no avanzaba, y al final lo pasé, y me entró pánico, pero llamé a mi padre, y se lo conté, y pensé que me reñiría hasta la muerte, pero no, se lo tomó bastante bien, en serio, me sorprendió muchísimo, y llamamos al padre de Ángel también, que es poli, mientras Carmen y Alma intentaban convencer a la de la puerta de embarque que me dejase pasar, y en cuanto pasé el control fui corriendo corriendo hasta la puerta y esperé la cola -por entonces ya eran las 19:15- y cuando llegó mi turno le supliqué a la chica que me dejase pasar pero no hubo ningún problema y llamé a mi padre contentísima y se lo dije y caminé por otro sitio de la pista que no era por el que había que caminar pero me daba lo mismo. Entonces salvamos el primer obstáculo. A pesar de que me moría de sueño, estaba tan nerviosa que no pude dormir en todo el vuelo, porque aún quedaba otro, y quién sabe si en Madrid me dejarían subir. Total, que llegamos, y nada, fuimos corriendo a buscar la puerta de embarque del siguiente vuelo, para ponerme la primera en la cola y tener tiempo suficiente para llorarle a la chica de la puerta si hiciera falta. Y así hice, pero en la cola se me habían adelantado unos tipos, y eso que quedaba una hora para que saliera el vuelo. Allí estuve esperando y esperando, y el vuelo se retrasó media hora, y por fin llegó la chica y le conté lo que me había pasado y me dejó pasar sin muchos reparos así que me puse muy contenta y llamé a papá otra vez para decírselo. Y subimos al avión, y en cuanto me senté, me dormí. Y creo que estuvimos allí una eternidad, porque me desperté y me dormí varias veces y seguíamos allí, y aunque el vuelo, en teoría, tenía que salir a las 21:20, debimos de salir una hora después. Estuve luchando por estar despierta en el momento del despegue, pero no sé si lo conseguí porque entre sueño y sueño siempre sufro de mis incongruencias y no recuerdo nada de nada. Creo que sí, porque me acuerdo que pregunté por '¡una cámara, rápido rápido!' porque habíamos pasado las nubes y el cielo se estaba poniendo y creo recordar que lo siguiente no es producto de mi imaginación, pero el sol se había descompuesto en todos los colores del arcoiris, incluso verde, y yo le decía a la gente: '¡pero mirad! ¿no es súperbonito?' y en mi mente la gente no me hacía caso, así que no tengo claro si lo estaba soñando o qué, pero me estaba poniendo muy nerviosa porque quería una cámara pero alguien me dijo que no se podían encender aparatos electrónicos en el avión y entonces me volví a dormir. Y luego aterrizamos y me desperté o me desperté y aterrizamos, y salimos del avión, y finalmente estábamos en casa, y prácticamente fuimos corriendo y allí estaban papá y Luzía y también Pepelu, y llevamos a Ángel a casa mientras nos reíamos de lo frikis que eran Calcetines -sin duda personaje principal del campamento- y el otro de la nuez sobresaliente y todos.
En resumen, que me lo pasé muy bien, a pesar de estar muy recelosa sobre el asunto, porque creí que aquello iba a ser una jauría de frikis -que lo fue-, pero casi me muero de la risa con las historias de Carmen sobre La Gato y La Piñuda, con el 'huuuuuuuuulaa' de La Piñuda -sólo al principio eh, cuando lo adoptó Pau fue lo peor-, con lo mucho que JB se parecía a Adro Pereira, y no sé, nos reímos de los fractales, de la falta de agua en el comedor, del psicólogo, del autobús, y de un montón de cosas. Ojalá hagan uno el año que viene para los de segundo de bachiller. Pero lo dudo.

Y bueno, el miércoles me voy a Londón, y vuelvo en un par de semanas, y a ver si cuando volvamos Elena, Amada y yo vamos a un curso de surf. Ayer estuve en la playa y ahora me estoy pelando. Y espero que el resumen de Londón no me lleve tanto como éste, porque estuve tres o cuatro días para acabarlo. Y nada, eso es todo, amigos.