jueves, 14 de abril de 2011

Cuatro días celestiales y cuatro días supliciales. Cuatro días geniales y cuatro días horribles. Así resumiría mi historia en Grecia, el país del yogur, de las columnas dóricas y de las iglesias blancas con puertas azules. O al menos es así como yo me lo imaginaba.

Miércoles 16. 1.45 de la madrugada. Suena el despertador. Mi padre no se levanta. A los cinco minutos le piqué en la puerta; me dijo que podía dormir hasta y cuarto. Pero qué va, no pude. Me duché y me acicalé un poco, y me subí al coche. Las calles estaban desiertas. Mi padre paró en una máquina expendedora para comprarme una botella de agua y un par de toblerones para el viaje.
3:15. Llego un poco tarde. Me siento con Bruno en el autobús y nos dedicamos a ver episodios de Friends y a cantar con Carmen Electric Feel y Something Good Can Work hasta que me quedé dormida, y me desperté con el tiempo justo para ver amanecer en algún lugar entre Ávila y Madrid.
Accidentalmente, mientras esperábamos para facutrar, tiré una lata de coca-cola en medio de la T2, y luego jugué a los coches con los carritos de las maletas.
Ya en el avión, me tocó sentarme al lado de una pareja encantadora que me hizo muchas preguntas durante el viaje. Eran profesores en alguna universidad de Madrid y yo les dije que quería hacer biotecnología pero que probablemente no me diera la nota y charlamos sobre la comida del avión, que era muy extraña, y luego fui con no sé quién a pintar bigotes a los que se habían dormido y entonces fue cuando conocí a Nektina, una griega que hablaba en casi perfecto español y que era periodista de noticias internacionales o no sé qué, y dijo que yo era muy guapa y que Juan vestía muy mal y que tenía la nariz muy grande, y nos contó que había vivido nueve años en Inglaterra y que le gustaba Oasis, y entonces fue cuando conquistó mi corazón. Nos sacó una foto, nos dio su facebook, y volvi con mi pareja feliz mientras el avión aterrizó.
Luego no me pude despedir de mi pareja feliz porque no tenían maletas que recoger y sólo hacían escala para ir a Tesalónica. Nos montamos en el autobús y en una hora estábamos en Atenas, bajo el mando de Fani, nuestra primera guía.
El hotel estaba bastante bien, bueno, es que me esperaba algo mucho peor por las reseñas que leí en internet. Dejamos nuestras cosas y fuimos a cenar a la plaza Omonia, donde quedamos alucinados con la cantidad de putas y yonkis que se pinchaban en nuestra cara. Buscamos un sitio para comer una pita pero al final acabamos en el McDonald's, donde me tomé un chicken wrap y un McFlurry que me regaló Pelayo porque por aquel entonces no había descubierto lo maravillosas que son las hamburguesas de un euro. Nos fuimos al hotel y por la noche montamos fiestuqui, pero nada raro.

Jueves 7. A las seis de la mañana ya estábamos en pie. El desayuno del hotel era maravilloso y muy abundante. Nuestra nueva guía, Angy, nos llevó en autobús a ver el Parque Nacional, el estadio olímpico, el templo de no sé quién, el arco ese de Adriano, el Panepistimío, los edificios neoclásicos de la calle y luego fuimos a la acrópolis.Subimos la colina y lo vimos. Allí en lo alto hacía mucho, muchísimo viento. Luego fuimos al museo de la acrópolis y al teatro ese que hay debajo. Y en el museo me inventé unos chistes buenísimos:

  1. ¿De qué es dios Apolo? De los helados (polo).
  2. ¿De qué es dios Apolo (también)? De Ralph Lauren.
  3. ¿Quién es el mejor amigo de Apolo? Marco.
  4. Y este de Luis Emilio: ¿No ves que nos han dicho que no nos montemos en las piedras? Pues el que se monta las piedras es un piedrasta.
Luego fuimos caminando hasta el barrio de Plaka para comer y comprar algo. Nos comimos una pita en una plaza y luego fuimos un rato de compras, aunque yo no encontré nada bonito. Luego fuimos al hotel y luego a cenar a Omonia otra vez, pero no me acuerdo muy bien así que igual fuimos a otro sitio. Lo que sí recuerdo es que por la noche Raquel nos echó de la habitación así que fuimos a la de Amanda a charlar y eso, y luego nos dormimos pero nos volvimos a despertar a eso de las cinco porque estaba todo el mundo en el pasillo porque había pasado una cosa muy, cómo decirlo, muy traumática, y todos estábamos sentados fuera, algunos lloraban, y bueno, al final me fui a dormir porque sabía que no podría ayudar tanto como los demás ayudaban y para hacer bulto y molestar pues mejor estaba durmiendo.

Viernes 8. Nos levantamos prontito a pesar de haber dormido un par de horas en total, me hice unos bocatas de nocilla en el desayuno y fuimos en autobús a Delphos, un sitio que quedaba más o menos, si no me equivoco, en el otro extremo de la península, aunque no lo sé porque me dormí en el viaje y de repente aparecí en medio de una llanura enorme de la que surgían unas montañas altísimas que tenían incluso nieve.
Fuimos al museo del santuario de Delphos y luego a verlo todo y eso y nada, muy bonito aunque estaba todo en ruinas -cómo no-. Ah, sí, había unas cabras por ahí y justo alguien hizo una foto cuando dos de ellas estaban copulando, fue muy gracioso. Luego fuimos a comer, a un restaurante donde estaba todo riquísimo, y después, o antes, no me acuerdo muy bien, fuimos a algún sitio más, pero se me olvidó. Más tarde fuimos a un monasterio ortodoxo y era bastante bonito aunque no llamó especialmente mi atención. Luego fuimos en autobús en autobús de vuelta a Atenas y desde que le pregunté a Tere que si ella era más de los Beatles o de los Stones no dejó de darme la tabarra y yo quería dormir pero no pude. Luego pasó una cosa que me puso muy nerviosa así que el resto del viaje fingí estar dormida pero qué va, estaba muy, muy despierta, pero no sé, no me apetecía responder a ese tipo de gestos así que hice lo que siempre hago, pasar, y como el iPod no me iba a servir para pasar del tema porque se me había quedado sin batería, pues me hice la dormida.
Luego por la noche salimos por una zona muy chula que queda a tomar vientos pero que me gustó bastante, y fue cuando conocimos a Tassos, el de la pitería o como se llamen esos sitios, y luego salimos a tomar algo y luego yo me fui al hotel.

Sábado 9. A ver, este día fue bastante turbio así que me lo tomaré con calma: Dormí a trompicones porque dejamos la puerta de la habitación abierta y no dejó de entrar gente en toda la noche. Por la mañana nos levantamos a las siete, más tarde de lo normal, y fuimos por Plaka a ver la parte de abajo de la acrópolis, es decir, el ágora y todo eso, y la verdad es que era bastante bonito, hacía mucho sol y todos teníamos mucha sed. Luego subimos a la roca esa que hay más arriba, y estuvimos ahí un rato tomando el sol. Luego bajamos a Plaka otra vez de compras, y pasamos media vida en Accesorize, comimos en el McDonald's -por aquel entonces aún no conocía la maravillosidad de las hamburguesas de un euro- y casi nos dormimos en los sillones, así que fuimos a la plaza Syntagma a echar la siesta, y allí estábamos tumbados en el jardín hasta que Manu se dio cuenta de que había un hombre bajo un árbol muy próximo a nosotros que se estaba masturbando. Así que huimos y fuimos a la plaza de la catedral con todos los demás, y volvimos a Syntagma a coger el autobús para el cabo Sunion. En el viaje de ida hicimos concursos de caras e imitaciones y cuando llegamos no pudimos ver la puesta de sol que tanto había admirado Keats porque era más tarde y nos teníamos que ir, pero no sin antes desafiar la ley y saltarnos la barrera del acantilado para ver cómo se suicidaba uno de esos pájaros que abundaban por ahí, que ahora no me sale el nombre, ¿gorrión? ¿golondrina? bueno, algo así. Luego hablamos pacíficamente, bueno, de eso y con ése, y luego por la noche volvimos a salir por aquella zona con ése y la verdad es que mientras fuimos, estuvimos allí, y volvimos, no nos despegamos el uno del otro porque estuvimos charlando de todo y de todos y la verdad es que me lo pasé bastante bien. Volvimos pronto al hotel porque así no iba a haber ningún profesor rondando y habíamos pillado alcohol así que mejor. Entonces pasó eso de lo que todo el mundo se inventa cosas y no tengo nada que decir al respecto salvo que cada uno debería meterse en sus asuntos y dejar que cada uno haga lo que quiera, que ya somos mayorcitos, y es que me parece muy de niño pequeño actuar así sobre algo del estilo, que no me parece que se vaya a caer el mundo por eso, es que no me parece normal que la gente ande haciendo una montaña de un grano de arena y que se vayan inventando cosas de eso porque me han contado de todo salvo la verdad, y como sólo estuvieron allí cuatro a ratos y yo ni lo sabía, nadie puede decir que sabe lo que pasó porque sólo lo saben dos personas y punto.

Domingo 10. Sin dormir, me duché y me preparé bocatas para desayunar más tarde porque era muy, muy pronto y tenía pensado desayunar en el barco. A las siete de la mañana ya habíamos embarcado y me sobé en el piso de abajo y cuando me desperté ya estábamos muy en el mar. Subí a proa y nos tumbamos sobre unas cosas que casi parecía que estábamos flotando. Tardamos tres horas, pero por fin nos bajamos en la primera isla, Hydra, y pasamos allí una hora más o menos, volvimos a subir y nos bajamos en otra, y volvimos a subir y mientras comíamos hubo un espectáculo muy raro en el que un griego se vestía de mujer y decía ¡Opa! y no sé qué y fue tan horrible que me fui al piso de arriba a tomar el sol y a tostarme como una tostada en el tostador. Luego nos bajamos en otra isla y fuimos a la playa pero empezó a hacer frío así que sólo se mojó Pelayo. Volvimos a subir al barco y tres horas más tarde llegamos a Atenas, y por la noche cenamos en la habitación y bueno, pasó alguna cosa.

Lunes 11. Cogimos el autobús y nos fuimos a la argolida o argólida o algo así. Primero visitamos el canal de Micenas o no sé qué que empieza por m, que era un estrecho muy estrecho que separaba la península de una isla enorme que por lo estrecho que era podía ser todo uno igual. Luego no me acuerdo a dónde fuimos y comimos en un restaurante y luego fuimos a una ciudad en la costa y luego al teatro de Epidauro ese y Luis Emilio recitó un poema que conocía mi padre pero yo no y se confundió y dijo Itaca en vez de Ítaca pero bueno, se le perdona, porque la acústica era muy, muy buena. Luego fuimos al hotel, me parece, la verdad es que no me acuerdo muy bien, salimos a comprar "chuches" y luego por la noche estuve hablando con Álvaro y Manu.

Martes 12. Por la mañana fuimos al museo arqueológico y luego a Plaka, comimos en el Starbucks y compramos cosas y luego máximo achate por Plaka. A las 19:30 quedamos con el resto y resulta que teníamos que esperar una hora y pico para ir a la acrópolis, y teníamos frío así que corrimos mucho y en un cuarto de hora llegamos al hotel y nos cambiamos de ropa y fue cuando se me cayó todo el maquillaje que había comprado sobre la blusa y el pañuelo y fue horrible. Luego vimos la acrópolis iluminada y el calvo se dio de bruces contra una valla y volvimos a Plaka y de ahí al hotel. Por la noche, a pesar de ser la última, la cosa no estaba nada animada, pero jugamos a dejar happy meals en las puertas y picar y escondernos, pero luego nos dormimos.

Miércoles 13. Nos despertamos a las cinco de la mañana, me hice bocatas, como siempre, y como la mayor parte del viaje la pasé durmiendo, no hay mucho que contar, porque no me enteré de nada. Estaba superdesorientada cuando me desperté en el avión, dije cosas incongruentes y luego me dormí otra vez. Cuando llegamos al Aramo tuve que ir a teatro a ensayar, que teníamos la obra al día siguiente, la cual fue muy bien de hecho, todo el mundo dijo que le había gustado mucho y estoy muy contenta.