Se supone que esto es de ayer
Cuando sonó el despertador pensé: "oh dios, seguro que me levantaré para nada, estará todo cubierto de nieve y no merecerá la pena despertar de este profundo sueño". Pero aún así lo hice, pero Padre -ahora lo llamo así porque nos hemos enfadado- me dijo que me fuese a la cama, menos mal que no me había quitado ni el pijama ni las legañas. Y seguí durmiendo, aunque como me puse a pensar en lo que había pasado ayer en clase de piano, pues me costó un poco. Soñé que estaba en pijama (el mismo pijama lila con flores en los pantalones con el que estaba durmiendo) en clase de dibujo, y que estaba allí Chupi mirándome raro, probablemente por estar en pijama en clase, pero a nadie parecía importarle, y como luego tenía educación física pues pensé que en vez de cambiarme en clase, ya me cambiaría luego, que no importaba.
Luego oí una voz que decía: ¿te queda mucho? y yo contesté: ¿mucho para qué? y luego oí: ¡PERO QUÉ HACES DURMIENDO QUE ES TARDE Y TIENES QUE IR A CLASE BLA BLA BLA IRRESPONSABLE BLA BLA BLA DESAYUNOOOO! Así que me desperté del todo, me duché en un plis plas y fui a desayunar mientras veía la pantera rosa, y Padre ya con el abrigo y los zapatos puestos, y mi mamá haciendo caldo, espero que no sea para sopa, así que me peiné en tres, el cepillo eléctrico no funcionaba, y así llegué al instituto que tenía una docena de legañas en los ojos. El listo de mi padre, que le dije que no quería ir a química porque no había hecho el trabajo de Einstein, nos dejó no sólo en la puerta del instituto, si no que entró y nos fue a dejar delante de las bedelas para que nos vigilasen, sólo le falto darnos un beso, apretarnos los papos y subirnos los pantalones para que no cogiésemos frío. Le odio. Le dije que no iría a química porque quedaban 10 minutos para el recreo, y se contentó con eso y se fue, aunque tenía que volver 45 minutos después para hablar con mi tutor, Vicxor. Total, que esperé a que todo el mundo saliese de clase mientras escuchaba música, y menos mal que pensé que sería mejor no ponerse a ver el vídeo de ya sabes quiénes dos, es decir, Gorrober y Chuck, porque en aquel mismo momento bajó Chuck por las escaleras que había detrás mío.
Salí al recreo y esas cosas, y bueno nada, papé mucho frío pero no quedaba nieve suficiente para tirarle ninguna bolaza a nadie, así que bueno, a parte de eso, presencié cómo la pequeña Blanqui -la que cree que la mitad del camino entre Oviedo y Gijón es Los Prados- y como acababa de desayunar, pues no hizo falta comer la manzana que Padre olvidó prepararme desde hace tres días.
Luego tuve inglés y nos tragamos otro texto de la PAU por mi culpa, y luego tuvimos biología en los ordenadores, y no nos lo dio el grande Francisco Mexía, si no que zamparme a la profesora sustituta de Balbino, que es mema del culo.
Ya estaba yo bastante estresada como para que luego, en filosofía, tuviese que aguantar las insolencias de un grupito de memas a las que cada vez trago menos y de las que estoy más que rodeada, es más, las tendría hasta en la sopa la comiese. No las soporto. Mátalas.
Luego fui con mi mamá y con mi hermana a comer al kebap, aprovechando que Padre tenía que dar una clase y no volvería hasta tarde. Y allí me encontré a la genial Sombrero Raro. Y luego fui a Zara y eso, y luego a casa y luego a dormir, y a jugar al Farmville, claro.
Pero antes me curré una pedazo de entrada en mi queridísimo pero abandonado blog Fabalover. ¡Mira!
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