martes, 1 de marzo de 2011

Triquitrí

Sé que llevo la tira de tiempo sin escribir nada, ni siquiera mis vivencias, ni mis pensamientos ni nada de nada. No porque no tuviese nada que contar, de hecho las últimas dos semanas de mi vida han sido bastante aceleradas, y normalmente cuento hasta . Así que voy a empezar de golpe, de sopetón. Ahora mismo estoy viendo a Trencaman sobar en la biblioteca y le he hecho una foto. Ay dios mío, es tan sumamente adorable... Me acabo de acercar al ordenador de Javi Pereda para sacarle otra foto, pero se despertó y al ver mi cara a cinco milímetros de la suya, sonrió. Jo, es que es encantador. Parece ser que Little Big Raúl está corrigiendo exámenes y que nadie va a clase, a pesar de que estamos en la sala de al lado, que ni siquiera está separada por una pared, si no por una 'cortina'. Yo estaba en la puerta y mientras tanto Trencaman subió, y bajó, y volvió a subir las escaleras y esperó donde yo estaba como para hablar con Little Big Raúl pero luego se dio la vuelta y me apeteció decirle algo como: vaya siesta que te acabas de pegar, ¿no? Pero bah, me bastó con que me hubiese sonreído.
El resto de mi vida va más o menos bien, salvo la rama académica. El conservatorio va genial, incluso mejor que el año pasado a pesar de tener más asignaturas y más difíciles. Bueno, genial no, pero bien. El problema es el instituto, que claro, si quiero hacer biotecnología aquí, lo llevo difícil, porque esta evaluación me relajé un montón. Manuel (papá) cree que tengo capacidad suficiente y que puedo hacerlo si quiero y bla bla bla, y yo me eché a llorar porque sé que es mentira. Me lleva diciendo lo mismo desde hace cuatro años, pero es que no, no puedo y punto. No tengo tiempo suficiente. Pero tampoco puedo dejar el conservatorio, así que no sé qué alternativa me queda. Untarme a café y dormir dos horas diarias, probablemente. O quizá Manuel tenga razón y deba estudiar no el día antes, ni la hora antes, como estoy haciendo ahora, si no la semana antes o el mes antes, incluso. Y no puedo hacerlo.
En cuanto a otras cosas, no sé, estoy como triste, pero contenta, a veces apática, a veces revolucionada. Pilar dice que soy muy expresiva, pero que sin embargo cuando toco el piano no expreso nada. Al menos me ha dedicado media oración bonita, algo muy raro de ella.
Mi vida amorosa va como siempre, bueno, como siempre no, de forma diferente pero más o menos igual. Igual de indecidida. Muchas cosas que hacer y poco tiempo para hacerlas, diría yo. Siempre el tiempo. Me estoy dando cuenta de que pasa demasiado rápido. Me siento vieja y arrugada. Aunque como dice Ted Mosby (le amo), ser viejo es lo mejor del mundo. Paparruchas, diría yo.
Bueno, ¿y qué más destacar de estas dos semanas de silencio? Que me siento estresada porque hay una choni fea y sin amigos que me está amenazando, ¿a fin de qué? Con lo pacífica que soy yo, que no le haría daño ni a una mosca. Odio que me amenacen, es que me estreso mucho. Los rollos estos de 'a que te parto la cara niñata' no me gustan ni un pelo. Pero bueno, problemas aparte, el balance es positivo.
Me he enganchado a unas cuantas cancioncillas, míticas mías, nuevas y pegadizas, como estas -y así hago un dos en uno e incluyo aquí mi blog de música Fabalover-




Y por supuesto la maravillosa Christina Rosenvinge, de quien mi papá está enamorado, y a mí me chifla, en serio, la de Jorge y yo es una canción preciosa, mi canción favorita del día, la semana y el mes. Y además Jorge Rosenvinge existe, que es lo mejor.



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