jueves, 13 de octubre de 2011

Moscatel

El martes, un día espléndido, después de la reunión sobre el viaje de estudios del conservatorio, quedé con Gabriela para ir a casa de Patricio. Y eso, fuimos y tal, y estaban allí Elena y Amanda -que se acopló por la calle- y veo cinco copas y una botella de champagne en la mesa del salón, y entonces me quedé patidifusa. Y Patricio se dispuso a enseñarnos la casa, todo requetefabuloso, bueno, salvo la cocina, que el microondas tenía que estar en el aseo, pero eso es algo que se permite, porque el resto de la casa era genial. Cuadros de Miró y de Klimt por todas las paredes -falsos, por supuesto, que Patricio es rico, pero tanto tanto, no-, sofás de cuero... Su habitación era como un mausoleo Ferrari, tenía de todo, hasta los camiones de Ferrari de Lego que me gustaban a mí cuando era pequeña -o no tan pequeña-, pero no tenía el camión, eso fue una decepción. Me encantó que en su propia habitación tuviera películas como Quadrophenia y cosas así, y discos de los Rolling Stones y el que tiene mi madre de Mecano y libros que también tenía yo en mi estantería. Luego nos enseñó su habitación de verdad, y lo más importante, su armario. Una barra entera para sus americanas, tropecientas camisas perfectamente dobladas, cajas y cajas de zapatos, de polos, de camisas que ya no utiliza, de bufandas, de cinturones... Había muchos armarios por el pasillo, incluso demasiados. La habitación de sus padres, perfecta. Cajas y cajas de relojes, un póster del David de Miguel Ángel, bolsos, bolsos y más bolsos, el salón con muchísimas figuritas de Sargadelos y más y más coches, el estudio de su padre con montones de libros y revistas de arquitectura, un comedor frente a la galería, y por fin, la terraza. Una terraza inmensa desde la que se veía absolutamente todo -incluso al vecino de al lado viendo Pasapalabra-. Hacía calor y soplaba una ligera brisa. Sacamos unas tumbonas y nos tiramos a seguir bebiendo champagne como si no hubiera un mañana. Bajo un éxtasis de placer y fabulosidad, charlamos y charlamos. Sólo faltaba una pequeña hoguera en el centro. Iba a poner una foto pero no se pueden descargar.

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