martes, 13 de septiembre de 2011

López

El jueves estuve en Llanes, en las fiestas de la Guía y tal, aprovechando para ventilar el traje de llanisca, y esas cosas, el maldito traje que pesaba un congo y medio. Y nada, eso, pasando calor con cinco capas encima en el desfile, al sol, agitando la pandereta, hasta subir a la basílica, muy agobiante. Después de bailes y bla bla bla fuimos a comer por fin, y hacía un calor horrible y eso, así que me quité la chaqueta, la solitaria, el mandil y eso, pero todavía quedaban como cinco capas, así que no solucioné mucho.Y bueno, comimos y tal y paseamos por ahí, tomamos algo y eso y al atardecer nos fuimos a casa a hacer la maleta para irnos a A Coruña. Y nada, al día siguiente fuimos, pero como los padrinos trabajaban y hasta las seis y media o así no iban a ir a Montrove, pues como pasábamos por Barayo, la playa a la que vamos siempre, un poco más allá de Luarca, y hacía tan buen día, fuimos y comimos allí y eso y hacía muchísimo calor, pero aproveché para ponerme morena y que me dure más por el invierno y esas cosas. Y luego, como a las cuatro, nos fuimos de la playa caminando bajo el calor agobiante y nada, me pasé desde que salimos de casa, como a las once, hasta las siete y pico que llegamos a Montrove, escuchando música, sólo parando para comer y bañarme, y quedé ciertamente harta.
Total, que llegamos y eso y me dice Tito -mi padrino- que si conozco a Xoel López, y yo le dije que sí, y me dice que un profesor de la Escuela de Arquitectura de A Coruña -que fue donde mi padre y mi padrino se conocieron y tal- es el padre de Xoel López y no sé qué y que a pesar de ser coruñés ellos no lo conocían -claro, sólo escuchan música clásica, lo demás es terreno minado para ellos- y bla bla bla. El siguiente tema de conversación fue Londres, y no se dejó de hablar de ello hasta el domingo, cuando nos fuimos. Decían más cosas mi padre y mi padrino en inglés que en español. Nos contaron sus aventuras por Londres -porque fue con quienes nos encontramos aquel jueves en Southbank- y tal, y nosotros las nuestras, y eso, mientras se tomaban un té con un bizcocho holandés de jengibre, si es que se escribe así. Luego hablaron de Tokio Blues, el libro este de Murakami, y luego cenamos, y cómo no, Xurxo -el ahijado de mis padres y el hijo de mis padrinos- acaparó todo el pulpo. Tras algo más de charla sobre lo fabulosa que es Inglaterra, Xurxo, Luzía y yo fuimos a dar una vuelta por la finca. Es que la casa de mis padrinos en Montrove, que es un pueblo que está al ladísimo de A Coruña, es muy, pero que muy bonita. Tiene una cancha de tenis, un montón de árboles, aceras a los lados y pegadas a los muros, dos jardinitos con mesas y sillas para tomar el té, un porche, una mecedora, jardinitos normales, una terraza, un pozo... Y también tiene un desván pero nunca nos atrevimos a subir así que mejor no. Además estaba muy oscuro y sólo teníamos una linterna de juguete que usábamos cuando también enchufábamos la margarita de Imaginarium a una manguera y nos chiscaba cuando éramos pequeños y yo tenía aquel bañador de cactus que tanto me gustaba. Y luego subimos arriba a jugar al Monopoly y a ver Casino y eso, mientras nuestros padres seguían hablando sobre Inglaterra en la parte de abajo. Cuando acabó la película nos fuimos a dormir en nuestros sacos y no pegué mucho ojo porque no tenía superglue.
Al día siguiente nos levantamos y fue horrible, tan horrible como puede llegar a ser despertarse en un saco de dormir con un chorro de baba y todos apretujados. Y desayunamos y eso y al final decidimos ir a A Coruña a dar un paseo y tal y vi la Escuela de Arte y es un edificio precioso y siguieron hablando de Inglaterra y bla bla bla y hacía como tropecientos mil grados y fuimos a casa y comimos y luego jugamos al Monopoly más aún mientras nuestros padres tomaban un tçe y luego a eso de las seis fuimos a un sitio que quedaba en el quinto pino, que era una reserva natural o algo así y caminamos y caminamos y caminamos hasta cansarnos y luego dimos la vuelta y seguimos caminando y encontramos en el suelo un libro de recetas de arroces que venía con el país hace cinco años y luego una guía de flora del parque y no sé qué. Luego fuimos al pueblo de al lado a tomar un té -otro- a un restaurante encantador y tal y luego se hizo de noche y fuimos a ver un tejo que tenía una verja y unas escaleras y tenía pisos, o sea, es decir, al lado del tronco había unas escaleras de caracol de hierro, y subías y tenía un piso de madera sujeto en las ramas, y luego seguías subiendo y en la copa, en lo alto del árbol, tenía una terraza de madera también y era altísimo. Y nada, luego nos fuimos a Montrove, cenamos, nuestros padres se tomaron otro té -con el del desayuno ya iban cuatro-, y pusieron la radio para escuchar el último Prom del Royal Festival Hall del año, con el pianista Lang Lang y bla bla bla. Los ingleses adoran eso, y mi padrino, que adora a los ingleses, pues también adora eso, pero mayormente por imitación. Sólo escuchamos el final, y tocaron dos veces el Auld Lang Syne y una de Sonrisas y lágrimas y se oía al público emocionadísimo y mis padres también, y nada, luego jugamos al monopoly, fuimos a ver Cazados en la MTV y Princesa por sorpresa 2 y luego nos fuimos a dormir otra vez.
Al día siguiente, como siempre, nos levantamos, desayunamos etc, y luego fuimos a Santa Cruz, que es una playa con un castillo en una isla que hay un poco más lejos, y como estaba, como he dicho, un poco más lejos, fuimos andando, pero claro, quedaba un poco más lejos en coche, andando estaba como a una eternidad de allí. Nos tomamos algo en Santa Cruz, busqué desesperadamente una red wifi sin contraseña y sorprendentemente encontré una a la que me había conectado el año pasado, según parece, porque decía que era "conocida", pero estaba muy lejos de la cafetería así que nada. Luego caminamos y caminamos y caminamos pero con lo cansada que estaba y lo poco que había dormido, mi padre tuvo que ir empujándome por las cuestas y me llevó el bolso de mimbre porque no podía más. Él tampoco, pero es todo un caballero. Por el camino vimos tropecientas casas modernas, de las que les gustan a mi padre y a mi padrino, bueno, y a mí, y a Chiqui, mi madrina, y a mi madre y a todo el mundo, y entonces es cuando yo me pregunto: ¿por qué mi padre, un promotor de la arquitectura eficiente y ergonómica, de la línea recta y de la fachada blanca, de la cristalera hasta el suelo, diseñó una casa, su propia casa, de ladrillo marrón, con ventanas de tamaño mediano, y nada parecida a sus ideales? En fin. Luego comimos y eso y seguimos hablando de Inglaterra y luego nos fuimos de vuelta a Oviedo por fin, porque Xurxo volvió a acaparar todo el pulpo, y las patatas de la cafetería, y todo, y es un malcriado y me estaba poniendo del hígado. Por el camino paramos en Luarca y ya. Me alegré de volver porque no podía más.



La letra es demasiado cierta. Es la única canción de Xoel López que escuché en mi vida, una vez en Radio 3 de la que volvía a casa de las fiestas de Montecerrao. Nunca más. Pero la letra es demasiado cierta. 

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